Firmar el contrato.

1057 Words
Daelia. Hoy fue un día tan pesado. —Esto es todo, señorita —me dice Umur. No entiendo como estos turcos hablan mejor que yo el portugués, y esto que es mi lengua materna. —Gracias a usted. —Espere respuesta de mi señor, no le llame a menos que él lo haga primero, ¿entiende? —Lo entiendo, gracias de nuevo. Él sale de mi habitación de hotel. No voy a mentir, me siento emocionada, nunca había ropa lujosa y los bolsos son hermosos, Chanel, Dior y Gucci. El maquillaje y los tacones, además de las dos hermosas maletas para cuando viaje a Turquía. Creo que podré soportar esto, como lo pensé ayer, es hora de que piense en mi misma por una vez. Dejo las cosas en las bolsas de papel, que por cierto hasta eso es hermoso. Todo esto no cabría en el pequeño armario del hotel, además, el turco me dijo que me llamaría para decirme cuando nos iríamos, por esa razón es mejor dejar todo como está. Cuando sea el momento empacaré todo. Recibo una llamada, miro la pantalla, es Yaman. —Hola, señor. —¿Te gustaron todos tus regalos? Umur me dijo que las compras habían terminado. —Sí, todo es hermoso, gracias. Por cierto, ¿cuándo nos vamos? —Envié al chófer por ti, estará ahí en media hora, tengo tu pasaporte y todo lo que necesitas, además del contrato. No dejaré que pase más tiempo, ambos firmaremos hoy mismo. —Está bi... Me colgó, ¡¿acaso ese hombre nunca puede despedirse?! Me irrita mucho. Si así se comporta el padre no me imagino una versión joven de él, soportaré lo que sea por dinero. ¡Maldición! Olvide que el chófer viene por mí y solo me quedan veinticinco minutos. Corro para darme un baño. Después del baño y arreglarme un poco estoy lista, me aplico un poco de perfume Chanel en el cuello y gloss Dior en los labios. Cuando estoy lista salgo y el joven chófer me espera. Cuando llego el chófer me abre la puerta. —Buenas tardes, señorita. —Buenas tardes. Subo al auto. —¿A dónde veré al señor Yaman? —Me pidió que la llevará a su mansión, ahí el señor se hospeda temporalmente. —Lo entiendo, gracias. Cuando llegamos observo desde afuera la mansión, pero creo que más bien parece un castillo. Todo es hermoso y sofisticado. —¡Señorita! Una pelinegra de piel pálida y ojos marrones se acerca a mí. —¿Sí? —Acompáñeme por favor, el señor Yaman la espera en la terraza. Acompaño a la mujer. Al entrar no puedo evitarlo, miro hacia todos lados, quisiera correr y tocar todo como una pequeña niña. En medio de la sala se encuentra una fuente con una estatua por el medio. Al llegar a la terraza veo al señor Yaman tomando café. —Buenas tardes, señor. —Daelia, toma asiento. —¿Cómo puede ser algunas veces encantador y otras causar miedo? —Gracias —digo mientras tomo asiento. —¿Desea beber algo, señorita? —Un jugo de naranja, por favor. La mujer asiente y se retira. —Daelia, quiero que te tomes tu tiempo y leas el contrato detenidamente, si tienes alguna duda este es el momento para preguntar. Después de este día no quiero que hagas preguntas estúpidas después de firmar el contrato. Empiezo a leer, la primera cláusula del contrato dice que no tengo permitido enamorarme del príncipe, tampoco puedo hablar sobre este contrato después de ser firmado por ambas partes. También aclara mi pago mensual y la fecha de finalización del contrato es por tiempo indefinido. Todo lo demás está bien, así que no veo la razón por la cual no deba firmar. El turco me entrega una pluma, firmo de una vez, sin pensarlo más. Después Yaman toma el contrato y firma. —¿Tienes alguna pregunta? —No se preocupe, entiendo todo correctamente. —Hoy es 22, así que, cada mes, el día de tu pago será el 22. Espera un momento. Él saca su celular. Después de unos minutos mi celular timbra. Miro la pantalla y es un mensaje del banco. (Dalia Hartman, se ha depositado a su cuenta la suma de 300,000 dólares) —Ese es tu primer pago, que lo disfrutes. —Aquí tiene su jugo, señorita. —Gracias. Aún no puedo creerlo. —Por cierto, él es mi hijo. El turco me muestra una fotografía del príncipe. Mientras la veo intento no formar ninguna expresión en mi rostro. —Se parece mucho a usted. —Yo no lo creo así, él tiene mi carácter, pero físicamente es como su madre que en paz descanse. El turco recibe una llamada y se levanta para contestar. Ahora que está distraído puedo hacer las muecas que quiera. Ahora me doy cuenta de que yo también debo mentalizarme para hacer esto ¡dios! ¿Cómo puede existir un hombre como él? Es un dios griego. Sus ojos son azul/gris, su mandíbula perfecta y su cabello n***o y esa barba que hacen una perfecta combinación en su rostro. Sus labios son tan perfectos al igual que el resto de las facciones de su rostro, en la fotografía se encuentra con traje y un turbante en la cabeza como su padre. Yaman termina de hablar y se acerca a mí. —Daelia, tenemos un trato y todo está hecho, aquí tienes tus documentos y pasaporte, debo irme y resolver algo importante, yo te llamaré cuando sea el tiempo adecuado. No importa el tiempo que pase, yo me comunicaré contigo. —Está bien, lo entiendo y esperaré, solo una última pregunta, ¿qué edad tiene su hijo? —32 años —me dice antes de irse. ¡32 años, pensé que era más joven, yo solo tengo 21! La diferencia es de 11 años. Bueno, de todas formas no es importante, esto es solo un trabajo y nada más, ¿qué me importa su edad? Me doy cuenta de que me quedé con la fotografía. La guardo en el sobre con mi pasaporte y otros documentos. Salgo la mansión y le pido la chófer que me lleve al hotel. Durante el camino observo la fotografía, solo es un contrato, solo es un contrato, solo es un contrato. No es nada más que eso.
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