Capítulo 2
Las clases terminaron. Kristel y Celeste, se dispusieron a salir de su respectiva aula, al llegar al exterior sienten unas gotas caer sobre ellas, debido a eso deciden caminar más rápido con la intención de encontrar un lugar rápido en el cual pudiesen protegerse de la lluvia que está pronta a caer. Suspiran con alivio al llegar a un techo con el cual podrán protegerse de ella, cuando se encuentran analizando si tendrán que dirigirse hacia su hogar o esperar un tiempo a que termine de llover, se dan cuenta de que no muy lejos de ellas, se encuentra con Damián, pero no se encuentra solo, ya que su grupo está con él. Kristel se pone tensa cuando Damián la mira, su mejor amiga al darse cuenta se empieza a reír.
—Dios, tienes que disimular que te pone nerviosa con solo verlo —Le susurró en el oído.
Kristel, rodó los ojos con fastidio
—Ay ya, mejor vámonos —Le dijo mientras se encaminaban a sus carros.
A Kristel de la nada le salió un perro n***o, al ver cómo le gruñía se asustó, se quedó paralizada, no pudo correr, ya que si corría podía ser peor, daba pasitos hacia atrás muy despacio, sentía su respiración acelerada, tenía mucho miedo de que aquel animal se le fuera encima para atacarla. La amiga de Kristel, Damián y sus amigos, veían asustados la escena, el perro se le acercó a Kristel, estaba a punto de írsele encima.
Celeste le gritó a Kristel con angustia.
—¡Amiga!
Damián quitó el seguro a su auto, y corrió hacia donde estaba Kristel, la salvó jalándola con brusquedad a su lado, corrieron para su automóvil.
—¿Estás bien? —Preguntó preocupado mirándola a los ojos.
—Si gracias, estoy bien —Le contestó con la voz entrecortada.
Sus respiraciones estaban agitadas, por la corrida que había echado.
Damián, al estar un poco relajado, le pidió amablemente la dirección de su casa.
Ella se la da, tartamudeando un poco, mirando sus manos. Ella después de escuchar que soltó una ligera risa, dejó salir una pequeña sonrisa.
Cruzan sus miradas y los dos sonrieron levemente.
En el camino a la casa de ella había un profundo silencio.
Kristel se sentía nerviosa, le sudaban las manos y estaba ruborizada, trataba de no volver a mirarlo, ya que no sabía cómo actuar teniéndolo tan cerca de ella, era una sensación tan embriagadora.
Al llegar a su hogar, ella le agradeció tímidamente por haberla llevado a su residencia, Damián le dedicó un lindo gesto y le dijo.
—No tienes nada que agradecer, si quieres mañana paso por ti, para ir al colegio.
Kristel no sabía qué decir, en el fondo deseaba estar más cerca de él, pero con solo estar a su lado le producía muchos nervios, le gustaba mucho y no sabía como actuar frente a él, ella era muy tímida, era la primera vez que le gusta un chico.
—Em —Empezó a decir, ya que no le salían las palabras. Damián la miraba directamente a los ojos, esos ojos que le producían algo especial dentro de él.
La lluvia estaba comenzando a caer un poco más fuerte, y ella se estaba mojando, Damián, al ver que no decía nada, tomó la palabra.
—Mañana pasó por ti a las seis treinta, ve métete a tu casa que te puede hacer daño, te puedes resfriar —Él arrancó su coche y ella se quedó viendo como desaparecía de su vista. Kristel se rio, y comenzó a dar vueltas bajo la lluvia con los brazos abiertos. Estaba tan feliz por haber estado con el chico que le gustaba, luego de un rato afuera, entro y se encontró con su hermana, al verla la agarró de la mano y se la llevo directo a su alcoba.
Al estar dentro de ella, Samy veía a su hermana demasiado contenta, le daba alegría verla así, aunque aún no conocía el motivo de su felicidad.
—¿Qué pasa hermanita? ¿Por qué estás tan alegre? —Inquirió.
Kristel la veía con una enorme sonrisa.
—¡No me lo vas a creer!
Su hermana la veía confundida con el ceño fruncido.
—Ya dime, que sucede —Soltó ansiosa por saber.
—Damián, me salvo de un perro que estaba a punto de morderme, y me trajo a la casa, mañana va a venir por mí para ir al colegio porque mi carro se quedó en la escuela —Le comentó con felicidad.
Su hermana la veía asombrada, que abrió demasiado la boca, que se le dibujó una enorme O.
—¡¿QUÉ?!
Gritó tan fuerte que Kris la tuvo que callar.
—Shh, cállate —Le pidió entre risas.
—¡Ay no! Cuéntamelo, ¿de qué platicaron? —La cuestionó con curiosidad y desesperación.
Kristel se rio, de la actitud que tomaba su hermana.
—No pasó nada, no hablamos de nada —dijo ella.
Samantha hizo una mueca con sus labios de disgusto.
—¿Por qué no le dijiste lo que sientes por él? —Preguntó con desesperación.
—¡No! ¿Como crees? Me da mucha vergüenza, yo no soy así —Confesó Kristel, con la mirada clavada al techo de su habitación.
Samantha la observó con el ceño fruncido y negó con la cabeza.
—Mira hermanita, deja la vergüenza a un lado, si quieres estar con él deja de ser tímida, en la vida tienes que ser más lanzada si no él jamás estará contigo.
Kristel se incorporó de golpe y miró a su hermana.
—¡No! ¿Cómo crees? —dijo alterada.
Siendo que la cara se enrojecía por la vergüenza.
—Tienes que arriesgarte, si no, no sabrás si él quiere estar contigo, si te rechaza es porque es un tonto y no sabe lo que pierde y no es para ti —dijo con ánimo, pero Kristel estaba dudosa, insegura, no sabía si Damián gustaba de ella, y si podía conseguir su amor
—No lo sé, me da mucho oso y nervios, hablarle —Kristel se dejó caer a la cama y abrazó una almohada.
—Sé cómo eres, te conozco muy bien, pero tienes que sacar valor para hacerlo —dijo Samantha.
Está decidida a subirle el ánimo a su hermana Kristel.
Pero Kristel baja la mirada, luego le dijo a su hermana.
—¿Cómo obtengo valor? Si soy muy tímida, cada que lo veo me pone nerviosa —Expresó en tono triste.
Su hermana la abrazó y ella recargó su cabeza en su hombro. Samy le sobaba el cabello a su hermana y esta se quedó dormida.
Al despertar de su pequeña siesta, miró la hora en su celular, y vio que eran las cinco de la tarde. Se levantó y salió de la habitación, y se dirigió a escaleras, llegó a la cocina y buscó comida, ya que despertó con algo de hambre. Al abrir el refrigerador se encontró con ceviche de camarón, lo tomó con cuidado y lo dejó en la barra, agarró un plato hondo y una cuchara. Salió de la cocina, y subió las escaleras. Al estar en su habitación, se acomodó en el colchón, agarró el control de su televisor y puso la serie Café con aroma de mujer en Netflix.
Al terminar de comer llevó los trastes sucios a la cocina, después de lavarlos, secarlos y finalmente acomodarlos, los guardó. En el proceso saca unas palomitas de queso, las preparó y regresó a su cuarto para seguir viendo la serie. El clima seguía lluvioso, a Kristel le gustaba mucho este tipo de clima, estaba a gusto en su cama comiendo y viendo TV.
Mientras en la casa Balderrama.
Damián estaba discutiendo con su exnovia Marion, que había llegado sin importarle la fuerte lluvia que estaba cayendo.
—Vete, déjame en paz, como te lo hago entender, no te amo, no quiero nada contigo —Espetó frustrado.
La cara de Marion se notaba disgustada y frustrada por Damián, sabía que él ya no la quería y lo más seguro es que era por otra chica.
—De seguro tienes otra chica, por eso me tratas así, ¿verdad? —Lo miraba con ira, esperando una explicación —. ¿Tienes a otra? —Lo cuestionaba llena de rabia.
Damián la observaba cansado de ella que le dijo con voz fuerte.
—¡Que te importa, ya vete de mi casa y de mi vida!
Marion se acercó más a él y llena de coraje le gritó
—¡Si no eres mío, tampoco serás de nadie! ¡No dejaré que seas feliz con nadie más!
Los gritos de Marion se escuchaban tan fuertes, que su madre y su hermana salieron, para ver que estaba pasando, y en cuanto salieron vieron que Marion le dio una cachetada a Damián. Elizabeth, hermana de Damián, al ver eso, se acercó a ella con rabia, la tomó con brusquedad del brazo, para sacarla de su casa.
Marion le exigió que la soltará.
—¡Maldita escuincla, mocosa, suéltame! —Gritaba histérica.
Eli al soltarla la empujo para alejarla del portón y cerrar.
Marion miraba con odio a la hermana de Damián.
La mamá le grito diciéndole.
—¡Vete de mi casa, ya no quiero verte más aquí, entiende que mi hijo ya no quiere nada contigo! ¡Si te vuelves a acercar a esta casa, pondré una orden de restricción!
Marion estaba llena de ira, las miraba con irritación, luego paso su mirada con Damián que la miraba con enojo.
Marion estaba tan enojada que amenazó a la mamá y hermana de Damián gritándoles improperios.
—¡No dejaré que me alejen de Damián, no son las dueñas de él, si se atreven a alejarlo de mí lo pagarán muy caro!
La mamá de Damián, ya cansada de ella, le respondió con fastidio.
—Sí, lo que digas ¡Ya lárgate!