Observo toda la ropa que tengo enfrente y cabe mencionar que ninguna es de mi agrado. La ropa que eligió Adán no es fea, pero tampoco es algo que yo usaría. Observo mi reflejo en el espejo y Alexander tiene razón en una cosa, no puedo andar por la vida siempre en pijama que al parecer es lo único que me hace sentir cómoda. Estoy pidiéndole a Dios que haga recapacitar a Adán y me deje ir de una vez por todas. Aunque después de haber hecho lo que hice dudo mucho que me escuche. —Señora Ginebra. –llaman a la puerta y reconozco la voz de Elizabet. —Adelante. Ella entra con algunas cosas en sus brazos y me acerco para ayudarla. —Alexander me pidió que le trajera esto, aunque no sé si sea correcto debido a su posición. Tomo las cosas que lleva y puedo ver qué es ropa. —No entien