Su piel brilla entre las sombras y la luz de la luna, las gotas de sudor perlan su frente mientras el Vaivén se si cuerpo se lleva al mío. Sus manos fuertes se enredan en mi cuello y yo siento que el aire me falta pero la sensación que se expande desde mi bajo vientre compensa la falta de aire. Mis músculos se tensan y mi cuerpo tiembla con los espasmos del placer, sus labios bajan hasta mi cuello y hace el recorrido hasta lamer mi punta y luego sopla sobre ella. —Eres deliciosa, Ginebra. Me levanto de golpe con el corazón al tope, puedo sentir cada latido en mi garganta y aún hay estragos en mi cuerpo se todas las sensaciones que tuve en el sueño. Siento la sábana pegarse a mi piel, afuera esta lloviendo, pero aquí adentro estoy ardiendo. Me levanto de la cama y voy directo al baño,