CAPITULO 2

1010 Words
 Aprendí a contar los minutos sin un reloj, así que después de una hora y media, aproximadamente; nos encontrábamos completamente listas para el show. Creo haber escuchado a uno de los gorilas llamar aquella mujer, por su nombre; Carlota, si, ese es. Ella como había dicho anteriormente, trajo ropa para nosotras, para mí eligió un juego de ropa interior negro, un vestido del mismo color, y tacones rojos llamativo; para el maquillaje utilizó un labial rojo y una sombra oscura para mis parpados. -Ya estás lista para la venta –  comento Carlota. Es extraño andar vestida de tal forma, es simple, pero muy seductor. No había llegado a probar tal vestimenta en mi vida, no es mucho de mi agrado, andar utilizando tal ropa, aunque tengo mis dudas de que, lo que yo quiera de ahora en adelante, ya no estará a mi elección, no tendré el control de mi propia vida. En cuanto a Vet, lleva puesto un atrevido vestido azul marino, pegado a su cuerpo al igual que el que yo cargo, con la diferencia que el suyo lleva tirantes, sus tacones son negros con correa. Sus labios resaltan de un color rosado, una sombra oscura que le hace resaltar su mirada. Carlota nos comenta, como debemos comportarnos, y nos explica un poco el movimiento ahí afuera. Nos vuelve a resaltar lo que nos pasara si tratamos de huir o agredir a unos de los hombres, ella es una mujer muy directa. No la extrañare. Un rato después llegaron los gorilas, esta vez nos esposan las muñecas, los pies los dejan suelto, para así no tropezar al caminar, nos agarran del brazo y nos dirigen hacia la puerta sin decir nada. -Recuerden, ustedes son el centro de atención. Tienen la suerte de no salir en trajes de baños, como las anteriores chicas. – aporta Carlota antes de perderse tras la puerta. Observo a Vet, y le doy una sonrisa para mostrarle que no está sola en esto, al menos andamos vestidas. Estábamos acercándonos a nuestro destino, cada vez más y más cerca; estaba neutra, no quería demostrarle lo débil que soy, a estas personas.  Subimos unos escalones hasta que nos detuvimos al frente de unas cortinas rojas, se podía oír las voz de un locutor. Los hombres que nos trajeron rodaron las cortinas y nos hicieron seguir subiendo lo que restaba de escalones; al llegar a nuestro destino final, pude mirar a lo que parecía una especie de tarima. Somos recibidas, por un hombre que nos arrastra al centro de la tarima, para que así, los espectadores tengan mejor vista de nosotras. -Bueno ¿qué tenemos aquí? Caballeros, si ustedes esta noche no se llevan a una de estas dos preciosuras, les aseguro que yo las comprare y las tendré, para mi propio beneficio – Al escuchar esto una repulsión recorre mi cuerpo. Él, es un señor mayor, que va llegando a los cincuenta años de edad, si es que ya no lo está. –    Les presento a nuestras Bellezas Italianas – Es el segundo en el día que se refiere así, a nuestra persona… ¿será qué nos encontramos fuera de Italia?, no sé en donde me encuentro... Su mirada se enfoca en mi amiga – La hermosa Vetania es italiana, tiene 22 años de edad, una virgen señores, piel delicada como el pétalo de las rosas y una mirada realmente seductora –  Dice el hombre de traje. Trato de no voltear mi cabeza para mirarla, sé que, se está consumiendo por el miedo, y el desagrado. La estúpida voz del hombre, vuelve hacer eco entre los animales, que dicen ser humanos – Por este lado tenemos a la diosa Cristal, de unos 24 años de edad, frágil como su nombre, admirada como la luna. Aplausos señores –  todos aplauden a las “halagadoras” palabras del viejo canoso – ¿Con quién empezaremos?, demos inicio con la señorita Cristal, por favor de un paso al frente – todos se quedan en silencio, la mayoría que habita la estancia son hombres, las pocas mujeres que hay, son mayormente meseras, modelando en ropa interior. El silencio se rompe al entrar un hombre de traje gris, no puedo ver con exactitud sus rasgos, pero su porte es escalofriante. Tras él, hay un par de guardaespaldas, lo siguen hasta una de las mesas del frente, en la cual se sienta en una de las sillas. Me mira y sé que sus ojos son grises, aparta la mirada, pasa su mano por su pelo castaño dorado; a esta cercanía pude distinguir su color de ojos y tono de pelo. Me siento extraña desde que lo vi entrar, no es asco lo que siento, si no, otra cosa ¿raro, no?, rarísimo diría yo.  Él observa su alrededor. -Continúen, no se detengan por mí  –  dice aquel joven de ojos grises, él, es atrapante, pero sus palabras me devuelven al lugar donde me encuentro. -Caballeros, suelten sus fortunas – dice el viejo del micrófono. Hago que mi mente se valla a otro momento, ignorando las cantidades que pueden llegar a gastar estos animales, por una mujer. Ellos están seguros que somos objetos desechables, que se compra en cualquier tienda. Mi mente viaja a una mirada tierna… Bianca. ¿Qué será de mi pequeña? ¿Le habrán hecho daño? ¿Quién estará cuidando de ella? Los recuerdos pasan por mi mente, como estrellas fugaces, uno tras otro. Dejare de ser Cristal, para volverme nadie. Mis pensamiento agarran para otro rumbo y caen en una mirada azul que solo he visto, una sola vez, hace unos momentos. No debería de estar pensando en él, es uno más de los animales con capacidad de razonar o ¿Qué razón tendría, para estar aquí?  Mi mente vuelve en sí, cuando todo se vuelve un completo caos, escuchaba altas cantidades, que podían ser donadas a orfanatos o a cualquier otra organización humanitaria. -¡DOCIENDOS MIL! -¡OCHOCIENTOS MIL! Un fuerte disparo acallo las voces de los compradores. Doy un pequeño salto hacia atrás, por el estruendo. Todos estamos en incógnita, por quien dio tal susto. Hasta que alguien se levanta de entre la multitud diciendo. -Se ha terminado la venta. Pago quinientos millones, por Cristal…   
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD