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1183 Words
Salimos del baño, yo envuelta en una toalla y Nick se pone su ropa de nuevo para saltar de mi balcón al suyo. Justo cuando aterriza en su habitación Jenn invade la mía. —Necesito unos calcetines limpios —pasa de largo y abre mi armario revolviéndolo todo. —Claro, coge lo que quieras —ironizo. Nick me la señala con la cabeza como si preguntara si las cosas van bien con ella, yo me encojo de hombros. Cuando encuentra dos calcetines del mismo par está a apunto de irse cuando ve a Nick y se encarama al balcón a hablar con él. A esto es a lo que me refiero, con Nick se porta de lo más bien. Los escucho hablar mientras me cambio en el baño. —Vas a venir a comer, ¿verdad? —le pregunta. —Por supuesto. Me voy a duchar y os iré a molestar en un rato. —Tú nunca molestas —le dice Jenn con ese tono de voz atontado por el romance. —Claro que lo hace —digo yo y me imagino las caras que ponen los dos. Todos los fines de semana comemos juntos o cenamos las dos familias juntas, es como una tradición de toda la vida. Podría comer en pijama pero nunca lo hago porque sería la única. Me pongo unos vaqueros y una sudadera, y me recojo el pelo con una pinza. Aunque tampoco es necesario, tengo la necesidad de verme ligeramente bien a pesar de que es una tontería porque esta gran familia me ha visto de todas formas, incluso Nick... así que cuando me doy cuenta de lo que estoy haciendo con el brillo de labios, lo cierro y lo dejo en su sitio. Ya escucho a Julie reírse antes de bajar las escaleras. Sólo se ríe así cuando está con Nick. —Pero mira quién baja a está hora —canturrea Frida, la madre de Nick que para mi lo es todo. Frida me cuidaba de pequeña cuando mis padres trabajaban y fue la primera a la que le conté mi desilusión amorosa a los trece años. Es la mejor amiga de mi madre pero podría ser la mía también—. ¿Se te han pegado las sábanas? —No, es que tenía que ducharme y todo eso. —Bajas justo a tiempo para poner la mesa. —Mi madre me deja una pila de platos en los brazos. Nuestra cocina es grande pero cuando somos tantos parece imposible hacerse un hueco entre la gente. Estoy poniendo los cubiertos cuando Nick entra con Julie enganchada a su espalda y Jenn viene detrás intentando disimular cómo lo mira. Una parte de mi se siente ligeramente mal cuando esto pasa porque soy consciente del daño que le haría. Es la primera vez que creo que está enamorada y sé lo que es que te rompan el corazón. Otra parte de mi sabe que pase lo que pase Nick le romperá el corazón porque él es así y jamás tendría nada con Jenn. Los chicos, es decir: mi padre, Johan (el padre de Nick), y Nick, se sientan en un extremo de la mesa para hablar de sus cosas del trabajo, de coches y del fútbol; el resto de la mesa es para nosotras, para hablar sobre todo de la adolescencia, de chicos y del futuro. —Y... ¿qué tal este tiempo de universitaria? Ya casi no me cuentas nada —se queja Frida. —A mi tampoco, se ha hecho mayor muy rápido —lloriquea mi madre. —No es así, os lo cuento todo. Mi vida no es tan interesante como para tener mil secretos incontables —en realidad es en parte verdad, no tengo mil secretos, solo uno. —Tiene novio —suelta Jenn de la nada y hasta yo me sorprendo. Estoy por darle una patada a Nick bajo la mesa pero cuando lo miro él también está atento. No será capaz... —¿Qué dices? Yo no tengo novio. Mi madre y Frida se miran casi a punto de reírse, y esta vez hasta mi padre está atento. —Claro que sí. He visto en tu teléfono que siempre te está hablando, si hasta te pregunta si duermes bien. Qué adorable —musita con gracia. Me dan ganas de tirarle del pelo tan fuerte que le iba a quitar las mechas medio rubias que se intentó hacer hace poco. ¡Pero qué cotilla! —Erin... —No, a ver, no es mi novio —aclaro y zarandeo el cuchillo al aire como una amenaza—. Es un chico al que estoy conociendo. —¿Estás conociendo a alguien? ¿Desde cuándo? —Que Nick me lo pregunte sí que se me hace raro. Lo miro, parece confuso y solo me sale encogerme de hombros. —Lo conocí el lunes en la biblioteca del campus, hemos estado hablando y hemos quedado un par de veces para tomar café. Y ni nos hemos besado ni nada de nada, pero eso no lo voy a aclarar porque no lo necesito. Y Nick puede pensar lo que quiera, total, yo sé que él siempre está conociendo a chicas nuevas. —¿Es buen chico? —me pregunta mi madre y sé que estas preguntas las están pensando a conjunto. —Pues... sí. No lo conozco mucho pero me cae bien y es mono. —¿Mono? Menudo pringado —resopla el idiota a mi lado. Por debajo de la mesa le doy un pisotón. —Cállate. No comenta nada más pero lo noto mirándome de vez en cuando. Siempre, después de comer los adultos se quedan en la mesa tomando café y desde que empezamos con este secreto, Nick y yo buscamos la excusa para salir de casa e irnos a la suya. Hoy Nick se levanta de la mesa, dice que se va sin más y me tira del pelo cuando pasa detrás de mi silla. Me pongo de pie cuando pasan un par de segundos y lo encuentro recogiendo sus llaves y la cartera del mueble de la entrada. —¿A dónde crees que vas? —me pregunta con un tono burlesco que me hace resoplar. ¿Qué diablos le pasa? —¿Y tú? —Yo he quedado —dice sin más y me mira—. Tú puedes quedar con el pringado ese y ver si te folla igual de bien. Menudo imbécil es cuando quiere. —Eres un c*****o, Nick. Yo nunca digo nada del resto de chicas con las que estás así que esto no te tiene que molestar. Suelta una risa falsa aunque puede bien ser que se esté riéndo de mi en mi cara. —No me importa nada de lo que hagas con tu vida, Erin. —Me da unas palmadas en la cabeza cual perro—. Hasta la próxima. —Quita —lo empujo y se va medio riéndose algo que a mi me repatea por dentro. ¡¿A qué ha venido esto?! ¿Se ha molestado o ha sido mi impresión?
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