Cuando abrí la puerta de mi apartamento, todo era perfectamente visible, porque los grandes ventanales que lo rodeaban, permitían una completa entrada de luz solar. La construcción formaba un semicírculo, dejando una gran terraza que la rodeaba. La terraza tenía una bellísima vista al mar, un pequeño bar para las reuniones, muchas plantas y algunos sillones para observar el mar. Últimamente he pasado mis noches de soledad admirando el mar; voy a ser sincero, no he terminado de leer el libro de Sara. ;-) Cruzando el salón, estaba la cocina y el comedor. Mis padres compraron un enorme comedor de cristal para doce personas, pero era absurdo que un joven de mi edad, viviendo solo, tuviera semejante comedor. Apenas un jarrón con ramas secas habitaba ese comedor. Mis padres siempre estaba