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1912 Words
No podría despegar la mirada del chico de ojos grises que caminaba hacia mí. Sentí una oleada de calor irradiar por todo mi cuerpo. Y fue cuando el chico se detuvo, sacudió la cabeza y siguió caminando hacia mí.   —Hola, —dice al sentarse, seguido de su amigo. Entonces fue cuando la indignación me invadió. Ni tan solo me habrían pedido permiso para sentarse ¡Mal educados! Para mí la educación y los modales son muy importantes.   —Los lugares están ocupados —dije sonando de mal humor.   —¿Oh sí? ¿De quiénes son los lugares? —Preguntó divertido.   —De mi hermana y su novio. —Soné irritada, a lo que él sonrío.   —¿Quienes son? Tal vez están bailando y no les importamos. Solo estaremos por unos minutos. —No me interesa. ¿Están invitados? Deberían tener su propia mesa. Ésta ya está ocupada.   Sabía lo que intenta hacer, pero yo no caería en su juego. Se vio el tipo de chico que folla con una chica diferente, todas las noches. No pasaría a ser de su colección.   —La mesa es para ocho personas. Y solo hay tres asientos ocupados, más las dos personas que bailan en la pista. Si sumas son cinco, sobran tres asientos. ¿Verdad, Mael? —Le dijo a su amigo quien obviamente estuvo de acuerdo con él. —Vez. Sé contar. —Sonrió orgullosamente como si fuera un descubrimiento nuevo para él.   —Mi novio no tarda en regresar —Era mi excusa siempre que alguien intentaba ligarme. Claro, cuando un chico no era de mi agrado, recurría a la mentira más clásica del lenguaje de las mujeres. Hasta ahorita me había salvado de muchas experiencias desagradables —está en el baño— agregué. El chico parecía traer en su cara "PELIGRO" y las chicas le llovían de amontones. La mayoría solo buscaba sexo con él. Conocía el tipo de hombre que era, y del cual me mantendría alejada a toda costa. No necesitamos un problema más en mi vida. No estaba tan urgida de novio para caer en sus brazos.   No mencionaste ningún novio cuando hablaste sobre los asientos ocupados. Solo dijiste que eran tu hermana y su novio. -Sonrió. Él sabía que mentía, ¿Mael, tu escuchaste algo sobre su novio? —Se giró para ver a su amigo, quien estaba sentado a su lado.   -No. No escuché nada sobre un novio —elevó una de sus comisuras.   —Vez. No hay ningún novio aquí. —Me guiñó un ojo y tuve que tragar saliva para reponerme. Necesitaba sacarlos de mi mesa a toda costa o algo malo iba a salir. Miré a mis alrededores y observé que las mujeres de una mesa estaban mirándome, no, corrección. Estaban mirando a los dos hombres que tenían en mi mesa. A comparación de mí, ellas si parecían estar urgidas.   —¡Claro que tengo! No estoy mintiendo. —Tenía que ser mejor mentirosa. La mayoría de los chicos a los que les digo esto me ha creído y él no parecía hacerlo.   —Yo nunca dije que estuvieras mintiendo. —Se acercó a mí. Estaba tan cerca que pude oler su colonia y me gustó. Sus ojos grisáceos no se despegaban de mí y sintieron la sensación de no querer apartarlos.   —Se llama, Randy Johnson. -Solté. Él enarcó una ceja, odiaba que hiciera eso porque yo no podía hacerlo. Siempre que lo intentaba quedaba mi cara como si estuviera en el baño.   -¿Daemon Black? —Preguntó. Pareció creerme. Esperaba que no reconociera el nombre de donde había sacado hace un momento del libro a mi supuesto novio. Ya quisiera yo que fuera realidad. Bueno, Daemon existe, pero realmente se llamaba Pepe Toth y era modelo de la portada del libro.   -Si. Se llama Daemon y no tarda en regresar del baño. Así que si no quieres meterte en problemas será mejor que se vayan. Él sabe patear muy bien el culo de los chicos que se acercan a mí.    Entonces la voz de mi hermana nos interrumpió. Adiós a todo mi plan de echarlos de aquí.   —Becky ¿Quiénes son ellos? —Miré a mi hermana, quien junto con Jamie me miraban escrutadoramente.   -No sé. —Realmente no lo sabía, ni tan siquiera se habían presentado. No sabía sus nombres.   —Entonces, ¿Quiénes son ustedes? —Angie se perdió hacia los chicos enfrente de mí.   Él amigo de él fue el primero en levantarse y tomó la mano a mi hermana presentándose, seguido de esto saludó a Jamie con educación ¡Vaya, estos modales!   —Soy Mael. Mucho gusto —le estrechó la mano a Jamie quien le sonrió educadamente. El chico a mi lado hizo lo mismo. —Soy Randy Johnson —le estrechó la mano a mi hermana. —Mucho gusto. —Y después se la estrechó a Jamie. Mi hermana tenía levemente el ceño fruncido, cosa que demostraba que pensaba. —Tu nombre me es conocido ¿Nos conocemos? -No lo creo. Pero mucha gente del pueblo me conoce —sonrió como si estuviera escondiendo un secreto que todos conocían pero que mi hermana no. —Acabamos de llegar. Solo que las mesas están ocupadas y nos preguntábamos mi amigo y yo, que si podríamos quedarnos en su mesa. Claro, si no es un problema para ustedes. —Miró en mi dirección divertida.   Que le diga que no, que le diga que no, que le diga que no.   —Claro. No es problema, la mesa es grande y sobran sillas. -Genial. Ahora se sentarían con nosotros. Esperaba que no me preguntara por mi novio fantasma, entonces desearía estar enterrada bajo tierra cuando eso sucediera, pero también no debería sentir vergüenza, ya que ellos no me conocían y no los volvería a ver como por cada vez que me escondería.   Para el colmo, él se sentó a mi lado y mi hermana enfrente con Jamie.   ¿Son familiares de la novia? —Preguntó mi hermana. Cosa que haría siempre para entablar una conversación. Los abuelos que estaban a nuestro lado seguían en su conversación.   -No.   —Entonces, ¿hijo del novio?   —Tampoco.   El chico sonrió, y me comenzó a gustar en la forma que lo hizo. Mi hermana frunció el ceño, pero no hizo otra pregunta, dejó el asunto por zanjado.   —Así que te llamas, Becky —Sus labios se movieron tan sensuales en la forma que pronunció mi nombre. —Bonito nombre, solo que el vestido no hace por sentado de las hermosas piernas que tienes, —abrí enormemente los ojos y luego me sonrojé. Era un atrevido.   -¿Disculpa? —Traté de sonar ofendida. Claro que no lo estaba, pero  era un alago viniendo de él. Pero su atrevimiento si me molestaba demasiado.   —Tienes hermosas piernas. –Se incló a mi oído y me susurró. Mi hermana nos miró boquiabierta. Y sus ojos brillaban de la emoción. Oh no, ni lo pienses le dije con la mirada. Ni te atrevas pensar que yo y este sujeto tendremos algo.   La canción Hearbreaker comenzó a sonar. Mi hermana se dejó de la silla seguida de Jamie para ir a la pista a bailar ¡Me dejó sola con un extraño! ahora necesito arreglármelas a solas para zafarme de él.   -¿Y qué hacen aquí, entonces? —Pregunté a su amigo que tenía a la vista. Parecía un poco gentil, aunque no se zafaba de ser un poco como su amigo, pero me caía mejor que él. Randy sonrió y negó con la cabeza. -No son familiares de ninguno de los novios ¿Se colaron a la fiesta?   Se inclinó para verme mejor. -Si. Nos colamos a la fiesta,  Sin invitación, —pareció avergonzarse de ello cosa que no vi en Randy. Su amigo al menos lo aceptaba y se avergonzaba de ello.   —¿Cuántas veces lo han hecho? —Randy comenzó a reírse como si fuera una mala broma ¿Qué había dicho mal? Mael me miró con cierta pena. ¿Qué sucede? ¿Qué dije?   —El problema no es lo que dijiste sino como lo dijiste —dio otra risotada, y entonces capté.   —¡Asqueroso! —Le golpeé la pierna y dio un quejido. —¡Au! Eso dolió.   —Bueno. Respondiendo a tu pregunta, el número es tan elevado que no podrías pronunciarlo. —Sonrió y lo fulminé con la mirada.   —Randy -dijo su amigo con voz de advertencia.   -¿Qué? Ella asumió.   —Idiota.   —Me refería a ... olvídalo. —Me crucé de brazos molesta por su actitud. Después saqué mi celular de la cartera y comencé a leer un libro que no había terminado. Cuando perdía el interés en las fiestas y no bailaba. Entonces recurría a mis libros virtuales o le mandaba un mensaje de texto a Emma para conversar. Obviamente, no sacaría un libro físico en una boda, todos me mirarían como bicho raro, así que compraría el mismo libro en físico y virtual.   -¿Qué haces? —Trató de mirar lo que leía.   —Nada que te importa —repliqué y acerqué más mi celular, para que no viera lo que hizo.   -¿Lees? —Preguntó sorprendido de que una persona se pusiera a leer en una boda. Pero no tenía opción. Era hablar con él cosa que no quería, o leer.   -Si. —Respondí molesta por haberme interrumpido en la mejor parte que iba. La chica se estaba dando cuenta que se enamoró del chico que era su novio de mentira, para salir de una penosa escena con su ex cuñado. ¿Problema de Algún?   -Si. —Su respuesta me sacó de la concentración que ya había perdido por su culpa y lo miré. —Estas en una boda, ¿y se te ocurre leer, en lugar de divertirte?   -¿Y eso es ti que te importa? —Alcé un poquito la voz para que escuche por sobre la música. Los ancianos a mi izquierda me miraron ¡claro! Ahora si se les ocurre mirar cuando se está poniendo bueno ¡viejos entrometidos!   -¿Quieres bailar? —Una chica rubia se acercó a Mael. Él con una sonrisa se fue a la pista, miré a la chica de pelo castaño, tetas grandes que sobresalían en el minivestido que le había pedido lo mismo a Randy.   -Con mucho gusto. —Ella se mordió el labio inferior violándolo con la mirada cuando se convirtió de la silla. La ira me invadió, pero no porque se fuera a bailar con ella, sino porque me había dejado con la palabra en la boca. Antes de levantarme me había susurrado al oído: —deberías aprender a divertirte—, me había dado tiempo de respuesta. Fulminé a la pareja que estaba en la pista bailando muy pegados. Traté de serenarme. Un idiota como él no me haría pasar mal la noche, así que llamé al mesero de que me trayera una copa de vino tinto, eso me pondría mejor. Siempre una copa de vino me relajaba cuando alguien me hacía sentir frustrada. ¿Qué no me sé sé divertir? ¡Ja! claro que se divertirme, aunque a mi manera. Pero me divierto ¡Idiota! ¿Quién se ha creído? ¿El rey de las fiestas? Cuando el mesero me sirvió vino, le dije que dejara la botella. Tal vez necesitaría la botella completa para serenarme. 
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