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2441 Words
Metí nuevamente mi celular a la cartera, ya que el idiota de Randy me había frustrado y no podría concentrarme. Tomé un sorbo de mi copa de vino haciendo que me diera un poco de relajación. No era borracha, pero de vez en cuando me hizo bien una copita de vino o lo que sea de alcohol, pero con moderación. No me emborrachado desde la fiesta de cumpleaños de Christopher de la preparatoria. Cumplía 18, así que compraron alcohol y nos emborrachamos. Nunca dejes a un adolescente con una casa sin vigilancia de mayores de edad porque el resultado era desastroso. Al principio yo solo tomé sorbos, puesto que nunca me había emborrachado y esa fue la primera vez que lo hice. Por suerte mi hermana me había acompañado y llevado a la casa. En ese entonces no conocíamos a Jaime y mi hermana era soltera.                     —¡Esta es por ti, amigo! —Le había gritado yo a Christopher, él tenía una mano el vaso rojo con alcohol mientras que le quitaba un stripper a Sara quien lo toqueteaba por todas las partes. Había unos fajando, otros tirados en el suelo y quedaban los que bailaban como zombis. Yo era una zombi que meneaba las extremidades al ritmo de la música, grité: —¡Todos están idiotas! Y luego -… ¡Los amo pedazos de pendejos! —Sé que era insultante, pero fue lo primero que me salió y qué los efectos del alcohol fueron muertos mi cerebro como para saber qué era o lo que fueron. Entonces lo inevitable sucedió. Comencé a llorar. Y los pocos que estaban en la fiesta me miraron. Me senté en el sofá y lloré. Mi amiga Emma que estaba borracha me consoló, mientras todos se preguntaban qué había sucedido, que por qué lloraba. Grabar que unas semanas antes le había preguntado a Emma de qué tipo de borrachas podríamos. Tanto ella como yo desconocemos si éramos de las que se sinceran contando los secretos, Bailan arriba de la mesa, o de las que lloran. Ahora lo sabía.   —Ya shhh. —Me susurraba Emma. Mi hermana no estaba en mi radar, creo que se encontró en el baño. Mis hombros se sacudían sin parar. —Ya pasho todo. No lloles —Emma arrastraba las palabras. Exactamente pol que llolas? —Negué con la cabeza. Ni yo mismo sabía por qué lloraba. Solo sé que comencé hacerlo sin darme cuenta.   Christopher entró asustado, pero todavía borracho. —Chicos, tienen que irse. Mis padres vienen en camino, en una mano traía el teléfono y con la otra se bebió de un golpe el vodka. —¡Ahora! —Gritó.   -¿Por qué? Tus padres no llegan hasta mañana, ¿Qué no? —Esa era Emma preguntando. Dejé de llorar, al parecer se me había ido las ganas de llorar por la noticia de los padres de Chris venían en camino con la policía porque, un vecino le había llamado de que hubiéramos hecho mucho ruido. Todos estaban borrachos, pero no tontos al escuchar que la policía venía por nosotros. Así que como pudieron salieron de la casa tambaleándose no pudiendo sostenerse. Los pocos sobrios ayudan a sus amigos. Escuché algunos quejarse de que no llegaríamos así a su casa porque sus padres matarían, pero luego se reían como histéricos. Willy no sabía en donde vivía. —Escuché decirle a un chico que se ofreció para llevarlo. —Ah ya sé. —Dijo sonriendo –Vivo en Disneylandia —dio vueltas en el césped hasta que cayó mareado. —Soy Nemo, dijo mientras reía tirado en el cesped. —Mi padre me busca porque me llevaron unos humanos —sonrió. Tal vez no era la peor de todas las borrachas.   -¿Y mi hermana? —Pregunté no sabiendo qué hacer. Eran pocos los que quedaban en la casa. ¿Dónde está? ¿Con quién me voy a ir? —El miedo comenzó a invadirme.   —Te llevo yo, preciosa. —Un chico se me acercó ya también ebrio. No era de mi salón ni uno de mis amigos, era uno que se coló a la fiesta. Ni loca me iba a ir con él, tal vez me violaría. Estaba borracha pero no pendeja.   -No. —Me llevó de la cintura. Entonces Emma llegó y me sacó de sus garras.   —Aléjate, idiota. —Ya se vio un poco mejor, no estaba tan borracha como yo. —Vamos, te vienes conmigo. —Me tomó por la mano y sacó fuera de la casa.   No dejes que me vaya con ningún extraño —le dije asustada pudiendo cometer alguna estupidez de la que luego me arrepentiría. —Si quiero irme con alguien solo dame una bofetada para que no me lleven. –Caí arrodillada en el jardín, no podría ni soportarme en la tarta.   Mierda, mierda, que tonta era para beber alcohol. No iba a volver a tomar.   —¡Ahí está! Tuvo una voz masculina. Creo que me buscaba a mí. Mi hermana y un chico al que no conocías se acercaron a nosotras. ¿Qué le pasó? —Preguntó mi hermana estupefacta.   —Se nos pasaron las copas a todos y terminamos borrachos. Chris nos sacó de su casa porque venían a sus padres en camino con la policía, —respondió Emma. En su voz supe que todavía seguía ebria. La pobre estaba haciéndose cargo de mí y ella estaba igual.   —Ven. Vámonos a la casa. —Angie me lleva del brazo para que me apoye en ella. —Me dejaste —reclamé con la vista nublada. Iba a llorar ¡Malditas hormonas sentimentales que se desatan con el alcohol! —Creí que te había pasado algo. Me asusté —se me quebró la voz. Su acompañante solo sonreía divertido ¿Qué era divertido? —No te burles de mí. —Lo señalé fulminándolo con los ojos.   —Eres encantadora —sonrió —Pero estas arrastrando las palabras. —Eso no era cierto, yo hablaba perfecto ¿O no?   —Yo hablo bien.   -No es cierto, esta borracha. —Me miró divertido.   —Ya déjala Kendall. Es la primera vez que se emborracha. Yo debí de estar contigo ¿Cómo fue que lo hiciste? —Irónicamente le diría con alcohol boba. —Cuando te dejé, solo tomabas sorbos de tu vodka.   —Así es como se comienza, cuando menos te das cuenta ya está ebria. —Kendall me miró y luego posó su vista en mi hermana. ¡Le gustaba! Las sirenas de la policía continuaron un sonar, se oían muy cercas. —Hay que irnos. —Dije, creo que fue lo más inteligente que había dicho en la noche. Nos movimos —Las llevaré, —nos dijo Kendall dirigiéndose a su auto. Me subí atrás con mi hermana, y atrás fue Emma con Kendall. Arrancó como si estuviera en una carrera de autos como las de Rápidos y furiosos.   —Dile que baje la velocidad. Me va hacer vomitar en su auto, —susurré a mi hermana.   —Kendall baja la velocidad. Becky no se siente bien.   Bajó la velocidad. Pasamos a dejar a Emma en su casa y luego nos dejó a nosotras en nuestra casa. Que por suerte mis padres no estaban, era lo bueno de lo que viajaran demasiado.   -Mañana tendrá una cruda de muerte. –Dijo Angie mientras repasaba las tablas de multiplicar en mi cabeza para pensar que seguía siendo inteligente. –Ven. Vamos a dentro. –Me bajó del auto con ayuda de Kendall.   -Hasta luego. —Se despidió de Kendall.   —Adiós, Kendall —lo retuve de la mano. —Eres mi héroe. Pasha a la casa y sigamos con la fiesta ¡fiesta, fiesta, fiesta! —Comencé a gritar y moverme en los brazos de mi hermana. Quien se vio un poco molesta por mi comportamiento. —Keeeeeeeeendallllllllllllll —reí histérica.   —Becky. Ándale vamos, deja que Kendall se vaya. —Negué con la cabeza.   -No. —Todavía tenía sostenida la mano de él. No quería que fuera, quería seguir con la fiesta en mi casa. —Kendall, vamos a tomar vodka y tequila. —Le rogué con mi voz de cachorro. Miró alzando una ceja hacia mi hermana quien negó con la cabeza. -Lo siento. Tengo que irme —me soltó de la mano sonriendo. —Nos vemos luego Angie ... y Becky mejórate.   Angie me llevó a dentro de la casa y me acostó en la cama mientras yo seguía contando las tablas de multiplicar en voz alta. —Ya deja de hablar y duérmete —me tapó con la sábana y yo me destapé pateándola hasta que cayera. -No quiero dormir. Quiero seguir con la fiesta. —Reí. Los párpados me esaban empezando a pesar.   -No. Mejor cuenta borreguitos saltando, —me aconsejó.   -¿Bodeguitos? —Pregunté frunciendo el ceño y ella sonrió ante mi pronunciación ¿No eran ovejitas?   —Si —asintió —cuenta las que quieras y así dormirás —le hice caso y comencé a contar bodeguitos saltando, grabé hasta el diez cuando cerré los ojos y me fundí en el sueño.   A la mañana siguiente como había dicho mi hermana, había una cruda horrible. Tuve que usar lentes todo el día y mi humor estaba de perros que Angie tuvo que soportarlo. Le llamé tonta e idiota por no ponerle leche deslactosada a mi licuado de avena. Que claro, luego me disculpé. Ella me había sacado anoche de la fiesta y traído a casa sana y salva como muchas veces había hecho con ella. Normalmente ella era la que se emborrachaba y yo la cuidaba. Ahora a ella le tocó ser mi niñera. Esa mañana llamé a mi amiga quejándome de lo horrible que era tener una cruda, y no me ayudó mucho, ya que ella estaba mejor que yo porque Emma si había vomitado todo, cosa que le ayudó mucho. Era por eso que no se veía tan mal como yo, anoche. Entonces le dije que no me dejara beber nunca ni, aunque le suplicara. Y ella lo prometió.   Desde entonces no he vuelto a beber como si no hubiera un mañana. Solo bebo unos sorbos y hasta ahí, no volveré a ser el hazme reír de mi salón. Puesto que en la preparatoria mis amigos me preguntaron sobre por qué había llorado. Cosa que ni yo misma sabía.     -¿Qué haces aquí sentada? —Mi hermana se sentó junto a mí. -¿Por qué no estás bailando? -¿Con quién? ¿Con mi novio fantasma? —Dije sarcástica. ¿Dónde está Jamie? —Fue al baño —respondió. -¿Y Randy? por qué no bailaste con él. —Él está bailando con otra chica en la pista —bufé. Los miré y fue mala idea. —Corrección. Están follando en la pista. —Angie miró e hizo una mueca. -¿Por qué no lo invitaste? Te lo ganaron, parecía un buen chico —casi me río, pero no lo hice porque tenía vino en mi boca. —En tus sueños. Suspiró —Becky debes de salir de tu mundo de imaginación y arriesgarte a vivir el real. No puedes vivir pensando toda la vida en tus chicos de libros, —la miré mal. No iba a empezar otra vez con eso. —Ellos son ficticios. No saldrán de los libros para invitarte a una cita. —Una cosa es que me guste leer demasiado y que valore mucho a los chicos de mis libros y sueñe despierta con ellos, y otra es que quieren casarme con ellos. No soy tonta. Sé que son producto de la imaginación de la escritora, pero a mí me gusta pensar que son reales porque en el momento que los leo lo son y no te permito que hables de ellos si ni siquiera los conoces. —Había explotado en mi la poca paciencia que le tenía a mi hermana por hablar de los personajes literarios de mis libros. Ellos solos eran míos y así me gustaba tenerlos. Tal vez estaba siendo un poco dramática pero cuando una lectora comienza a leer un libro se concentra tanto en los sentimientos de estos que te hacen sentir como si fueras uno de ellos. Todos me han sentido sentir de esa forma que cuando leía viajaba a lugares no antes vistos y experimentaba sensaciones y sentimientos nuevos. Una chica como mi hermana que no leía no podía saber lo importante que eran para mí los libros. Solo los lectores entendían lo que un libro nos causaba cuando comenzábamos a leerlo. - Contigo no se puede —alzó las manos rindiéndose ¡Toma eso! Me di palmaditas imaginarias en la espalda. —¡Uf! Esa chica… -dijo entrecortado Randy al sentarse cansado. —Sabe bailar muy bien. —Sonrió egocéntrico. Puse los ojos en blanco. —Randy ... -comenzó Angie con la voz que usaba para pedir un favor. Esa voz no era nada bueno. -¿Sería que puedas invitar a bailar a mi hermana? Es que quiere bailar, pero no hay nadie que lo haga. —¡Te mataré, Angie Singer Lynn! La fulminé con la mirada, pero ella no me miró, estaba mirando a Randy. —Eh ... bueno no sé si deba.- ¡Ja! claro que no lo hará. Me envié cómodamente en mi silla relajándome. -¿Por qué? —Le pidió ella. —Angie deja eso por zanjado. Randy está cansado y no quiere bailar y yo tampoco lo quiero hacer —miré a Randy quien ahora se mostraba interesado. —Bueno yo sí quiero bailar, pero el problema es que no vaya a ser que el novio de Becky se enoje y me patee el culo como ella dijo. —¡Maldito bastardo! ¿No lo hiciste o sí? claro que lo había hecho. Se enganchó una sonrisa de suficiencia, mientras que mi hermana fruncía el ceño. Ahí venía el momento donde me avergonzaría. —¿Cómo? Becky no tiene ningún novio. —¡Trágame tierra! Sentí como mis mejillas se calentaban por lo avergonzada que estaba. -¿Te dijo que tenía novio? —Le pidió. —¿Cómo que no tiene? Ella me dijo que se llamaba Daemon Black y que había ido al baño. —Trataba de sonar sorprendido, cosa que no lograba. —Ah Daemon.- Pensativa mi hermana, sabía que lo estaba recordando. Yo le había contado de él. —Daemon no es su novio. Aquí venía la parte donde la tierra se habría y yo me hundía. Pero no pasaría porque no tenía poderes ni estaba en mi mundo de ficción. -¿Pero, entonces quién es? —Trató de reprimir una sonrisa que se convirtió en una mueca. Yo tuve la sensación de taparme la cara poniendo mi cabello delante de mí para que me cubriera, pero mi cabello corto parecía estar en contra de mí también, porque no lograba ocultar mi rostro de Randy. —Él es un chico de sus libros. Daemon no existe, al menos no en el mundo real. —Ahora veo porque tardó tanto en el baño. Empezaba una preocupación por él, hasta que creía que tenía diarrea y por eso no había presentado en la mesa,- sonrió. -¿Becky, por qué le dijiste a Randy que tenías novio? —Me pidió delante de él ¿Qué tipo de hermana te humillaba así delante de un desconocido tan guapo y sexy como Randy? solo podría hacerlo mi hermana. La miré a la cara fulminándola. —Gracias, –dije sarcástica y yo levanté decidida a irme con la poca dignidad que me quedaba.
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