STORMI...
No puedo creer lo que mis ojos ven. Esta frente a mí, enfundado en un esmoquin que marca cada parte de su cuerpo a la perfección, si hace diez años era guapo ahora es un maldito dios griego, los años y la madurez de estos solo han aumentado su belleza y masculinidad. Sus increíbles ojos azules se posas en mi haciéndome tragar saliva y hacer un esfuerzo sobre humano por mantener la compostura. Recuerdo lo que acaba de decir el señor Moore "fundador, dueño y CEO de Black And White" he escuchado hablar de esa compañía, pero nunca me detuve a investigar sobre ella. ¿Cómo llego hacer un hombre rico?
Mi padre y yo nos alejamos de ellos, tomamos una copa de champaña al tiempo que nos encontramos con el señor Miller y nos enfrascamos en una conversación acerca de la empresa. Mientras hablamos me es inevitable no posar mis ojos sobre el esa magnifico hombre que alguna vez fue mío.
- Deja de comértelo con la mirada - escucho que me dicen al oído y al darme vuelta para ver de quien se trata me encuentro con los ojos grises de mi mejor amiga Diana.
- Que alegría verte - digo abrazándola y ella a mí.
- Eres una ingrata - me riñe aun sin separaros - hace más de tres años que no nos vemos.
Y es verdad, desde que me fui para Alemania me distancié del mundo. Diana era quien iba a visitarme a Berlín, pero cuando su carrera como modelo despego no volvimos a vernos hasta hace tres años que tuvo un desfile en Berlín y durante los días que estuvo en la ciudad estuve todo el tiempo con ella.
- Esta más atractivo que hace diez años - dice mientras nos apartamos y ella observa a Alexander.
- ¿de quién hablas? - digo con fingida indiferencia bebiendo un poco de champaña.
- De tu amor - dice ella y en ese momento veo a Megan Moore acariciarle el brazo de una forma bastante intima así que aparto la mirada molesta.
- ¿Cómo has estado? - le pregunto el tema y es cuando me doy cuenta de su abultado vientre - por dios ¿estas embaraza? - digo abriendo los ojos con sorpresa.
- No lo que pasa es que me comí una sandía completa, si es increíble que me haya pasado por la boca y garganta - dice con divertido sarcasmo.
- Tonta - le digo y ella sonríe, se ve preciosa va enfundada en un vestido color plata, su rubio cabello cae en hondas suaves y su piel tiene un extraño brillo al igual que sud ojos.
Comenzamos a hablar y ponernos al día de lo que ha pasado en nuestras vidas en los últimos tres años. Me cuenta sobre su novio y padre de su hijo, me muestra el enorme diamante que forma parte de su anillo de compromiso. En un momento dado, levanto la mirada encontrándome con sus ojos los cuales tienen un brillo desconocido para mí.
- ¿es increíble verdad? - dice Diana haciéndome apartar la mirada.
- ¿Qué es increíble?
- Como un simple mensajero pudo convertirse en un hombre rico y poderoso, como lo hizo Alexander Black - me dice pensativa mientras acaricia su vientre. Desde que lo vi esta noche me he hecho la misma pregunta. - además de que inmortalizó su amor por ti.
- ¿amor? - pregunto un poco molesta al recordar lo todo lo que me dijo la última vez que nos vimos. - él nunca me amo, nunca sintió nada por mí, solo iba detrás de una curiosidad y cuando ya no le interese me desecho como basura. Dime ¿de qué amor hablas?
- Yo no creo que eso haya pasado - dice Diana volviéndose para verlo - si él no te hubiera amado ¿por qué le puso tu apellido a su corporación? ¿O crees que el White en el nombre solo para que rime?
- No sé por qué se llama así y no me interesa saberlo - digo enojada, pasando por un lado de ella. Camino rápidamente buscando un momento de tranquilidad.
Los recuerdos comienzan a volver a mi mente y cada uno de ellos es como un puñal que atraviesa el pecho. Me duele, me duele mucho recordarlo, porque yo lo ame más que a nada y para el no fui más que un experimento.
Entro a la mansión y busco rápidamente un cuarto de baño y me encierro en él. Respiro profundamente tratando de calmarme.
- Stormi, esto no puede afectarte - me repito como un mantra - él no puede afectarme. - me digo a mi misma tratando de convencerme. - Ya no soy una niña, soy toda una mujer y debo comportarme como tal. Solo serán unos días y volveré a mi tranquila vida en Berlín. - Respiro profundamente y vuelvo a salir, pero al parecer la vida me quiere joder porque me encuentro de frente al culpable de mis problemas sentimentales, su belleza me deja sin aliento, ya no hay nada del joven del que me enamore. Su intensa mirada esta sobre mi haciendo que todo mi cuerpo se encienda. ¿Cómo puede seguir provocándome esto después de tantos años?
- Hola Stormi - me saluda, su voz se volvió más ronca y sensual lo que hace que la piel se me erice y mi sexo palpite. ¿pero qué demonios?, sin poder evitarlo y confundiéndome más levanto una de mis manos y me propino una sonora cachetada.
- Eres un sínico Alexander, después de lo que pasó, de que me desecharas como basura ¿solo me dices "hola Stormi? - le digo enojada - eres un imbécil - trato de pasarlo, pero él me toma del brazo y me acerca más a él.
- Me alegra verte, amor - vuelve a decir el muy imbécil, me suelto bruscamente y me voy en busca de mi padre ya que no quiero estar más tiempo en este lugar y más con ese imbécil cerca.
Lo encuentro hablando con Elijah Shein, un hombre realmente atractivo aunque no tanto como Alexander.
- Hija ven - me llama mi padre al darse cuenta de mi presencia, camino hasta ellos notando la mirada de Elijah sobre mí. - quiero presentarte a Elijah Shein...
- No tienes por qué papá - lo interrumpo suspirando, - el señor Shein y yo ya nos conocíamos - y más de lo que te imaginas, pienso.
Hace tres años el contrato mis servicios para encargarme de la decoración de la sucursal de su empresa la cual abrió en Berlín. Tuvimos sexo durante algunos meses hasta que él tuvo que volver a estados unidos, pero cada vez que va a supervisar la sucursal terminamos teniendo sexo desenfrenado.
- Eso me facilita mucho más las cosas - dice mi padre y yo lo observo confundida. - él se hará cargo de la compañía hasta que tú te cases.
- Aunque también podemos casarnos - dice Elijah y yo lo asesino con la mirada.
- No pienso casarme - digo ofuscada, han sido demasiadas emociones por un día - papá quiero irme a casa.