La música inunda mis oídos mientras corro por central park a primera hora de la mañana. Debo volver a mi vida en Alemania, no puedo seguir aquí arriesgando mis sentimientos.
- ¡MALDITO!! – grito en voz alta sin importarme quienes puedan oírme. Lo odio, lo odio. Alexander Black me arruinó por completo, nunca pude volver a enamorarme, nunca volví a soñar con una familia o un hogar feliz porque cada vez que lo pensaba el rostro de Alexander aparecía en mi mente. No tuve novios, solo amantes, porque siempre pensé que ese puesto estaba ocupado por él, tuve la esperanza de que el algún día volvería por mí, pero jamás paso y yo sigo siendo una estúpida al seguir esperando.
Continúo corriendo tratando de huir de mis propios pensamientos, pero es imposible jamás deje de amarlo, pero debo alejarme de nuevo para mantener mi corazón a salvo y se que si estoy cerca de él volveré a caer. Me detengo un momento para tomar un poco de aire justo cuando mi padre me llama.
- ¿Dónde estás hija?
- En central park – respondo e inició un trote suave.
- Debes volver, recuerda que iremos a la empresa – me recuerda y suspiro enojada.
- No hay nada que hablar padre – digo ofuscada – esta misma noche me iré para Berlín.
- ¡STORMI!! – me grita del otro lado de la línea – no te iras, debes casarte así nuestra empresa quedará en familia y no en manos de un desconocido.
- Voy en camino a casa – digo sin más para después colgarle. Troto hasta mi auto y me subo para dirigirme a casa.
Al llegar a casa voy directamente a mi habitación donde me doy una ducha y me alisto. Decido vestirme con un enterizo de color n***o, me maquillo levemente y me hago una cola de caballo. Una vez lista tomo mi bolso y salgo de la habitación en busca de mi padre.
- Debemos irnos – me dice cuando lo encuentro desayunando en el comedor.
- Buenos días señorita – me saluda una de las empleadas - ¿desea algo de desayunar?
- Solo un batido y para llevar – digo sentándome a la derecha de mi padre quien se ve molesto.
- ¿Comenzaras ahora o cuando lleguemos a la oficina? – le pregunto enojada
- ¿sabes que está en riesgo tu herencia? – pregunta molesto y sin mirarme.
- Si es así, renuncio a ella – digo haciendo que el levante la mirada – no voy a renunciar a mi libertad por dinero y más si tengo propio.
- Eres una desagradecida – dice poniéndose de pie de golpe.
- ¿Cuál es el afán de que me case? – digo poniéndome de pie al igual que el – dame una razón
- Eres mi única hija eso debe de bastarte.
Al llegar a la empresa mi padre sigue sin hablarme, mientras yo trato de imaginarme cuál será el motivo de su repentino interés por que me case. Cuando entramos a su oficina me siento como el día anterior, en una de las sillas frente a su escritorio.
- Papá, necesito que me digas la verdad – comienzo a decir - ¿Cuál es la razón o el afán que tienes? Durante diez años no te importo que hiciera mi vida en Alemania y ahora de repente me pides que lo deje todo y regrese.
- Ya fue mucho tiempo hija, yo no soy eterno y me gustaría verte realizada, con un buen esposo y quiero tener nietos – dice sinceramente, aunque en sus ojos veo que hay algo más – cada día que pasa me vuelvo cada vez más viejo y no quiero perderme de muchos de los momentos más importante en tu vida.
- Esta noche viajare a Berlín, dejaré todo arreglado para poder mudar la sede principal de mi empresa aquí – sedo pensando en mi padre. El resto del día me instalo en la sala de juntas y por medio de Skype organizo con mi asistente el traslado, busco un lugar adecuado para establecer tanto la empresa como un apartamento donde voy a vivir, mi padre me dice que el avión está listo para cuando lo necesite y decido viajar esa misma noche.
UN MES DESPUÉS...
Vuelvo a Nueva York completamente agotada ya que el traslado fue más pesado de lo que pensé, además de encontrar la persona adecuada para que se hiciera cargo de la oficina en Berlín.
Llego a mi apartamento, veo que todo que tal y como lo pedí, decidí comprar un apartamento frente a central park para poder ir a correr allí todas las mañanas, aunque papá puso el grito en el cielo, pero no di mi brazo a torcer, después de diez años viviendo sola me sentiría muy mal volviendo a vivir bajo la mansión de mi padre y sus reglas. dejo las maletas en la sala y voy a mi habitación acostándome y quedándome dormida casi al instante.
A la mañana siguiente luego de hora y media corriendo, me alisto decido ponerme un suéter blanco, pantalón de tela del mismo color, tacones rojos. Me recojo el cabello en una coleta alta. Una vez lista tomo mi bolso a juego con los tacones y me dirijo a mi nueva oficina.
JEREMY WHITE...
Observo detenidamente la ciudad desde mi oficina, Stormi ya debe de estar en su nueva oficina. Sé que la presione demasiado a que regresara a Nueva York pero es necesario.
- Buenos días Jeremy - escucho a mi espalda y me vuelvo para verlo.
- Hola Elijah – lo saludo mientras me siento en mi silla de cuero hecha a la medida.
- ¿De qué quieres hablar conmigo?
- Quiero que te cases con Stormi – suelto de golpe y él sonríe sarcástico.
- Lo he intentado durante los últimos tres años – me responde sorprendiéndome – desde que la conocí quedé encantado con ella, hemos sido amantes desde entonces.
- ¿no crees en el matrimonio? – le pregunto
- Porque ella no lo ha querido – me responde – le propuse matrimonio hace dos años y ella se negó, no sé qué quieres que haga para que me acepte ahora.
- Yo voy a ayudarte - le digo firmemente. No puedo permitir que mi hija, mi única y amada hija se case con el malnacido de Alexander Black, ese hijo de puta es dueño de gran parte de mi compañía y recuerdo su amenaza cuando me reuní con el después de diez años. "volví por ella y esta vez en diferentes condiciones, esta vez ni tu ni nadie va a impedir que me casé con Stormi"
Ese malnacido quiso arrebatármela hace diez años, pero como lo hice entonces lo haré ahora, no permitiré que Stormi se case con ese pordiosero por más dinero y poder tenga ahora.