Volvemos a la empresa un rato después y tal como hablamos en el almuerzo nos reunimos con los programadores para decirles lo que tenían que hacer. Ellos estuvieron de acuerdo comentado que el empleado en cuestión tuvo muy buen desempeño colaborando con el problema que hubo. Luego de que llegamos a un acuerdo, me dicen que en una semana estará lista la prueba.
Pasó el resto de la tarde hablando con el decano de la universidad a la que irá pase o no la prueba el empleado. En unas horas la beca AlekFed se crea para beneficiar a los empleados que cuenten con habilidades y destrezas que no correspondan al cargo que ocupen o que no puedan poner en práctica. No sé cuánto tiempo pasa mientras adelanto trabajo.
- Sigues aquí – dice Romeo y yo levanto la cabeza para observarlo.
- Sabes que debo adelantar lo que más pueda ante de volver a irme – respondo y él asiente con la cabeza.
- ¿vamos a cenar?
- No, voy a quedarme y un rato más – respondo mientras él viene hasta mí y besa mi cabeza.
- No te quedes hasta tan tarde – dice y yo beso su mejilla.
- No lo haré – respondo viéndolo salir.
Me pongo de pie y voy hasta el baño buscando algo para atarme el cabello en una coleta alta. Camino hasta la oficina de Felipe y lo encuentro allí.
- Puede irte – digo desde la puerta sonriéndole.
- No se preocupe señorita, yo la acompaño hasta que usted se vaya – responde poniéndose de pie.
- No te preocupes, aunque antes de irte puedes conseguirme un café muy cargado – respondo y él asiente – pero luego te puedes ir, yo me las apaño sola.
Vuelvo a mi oficina para adelantar el trabajo que tengo pendiente. Felipe llega un rato después con un gran vaso de café para luego irse. Me concentro en lo que debo hacer que pierdo la noción del tiempo hasta que un exquisito aroma a cuero y canela inunda mis fosas nasales. Levanto la mirada quitándome las gafas y me encuentro en el umbral de la puerta a ¿Ares? ¿Qué hace aquí?
- Sigues aquí – dice entrando a mi oficina para sentarse frente a mí.
- ¿Qué hora es? – preguntó viendo mi reloj, me sorprendo cuando veo que es la una de la madrugada - ¿tan tarde es?
- Si – responde poniendo sobre la mesa una bolsa de papel que huele delicioso – hace un rato me encontré con tu primo y comentó que estabas aquí. – frunzo el ceño y juro que Romeo me va a escuchar.
- No debiste haber venido, es muy tarde y mañana tenemos de trabajar – respondo mientras veo como saca unos contenedores de comida.
- Comamos y luego te llevo a tu casa – responde y yo enarco una ceja.
- Esta bien, pero solo porque muero de hambre – respondo y él me entrega mi comida. Cuando como el primer bocado jadeo de lo rico que está y me doy cuenta que estaban hambrienta. – está delicioso.
- Es del restaurante de mi madre – responde sorprendiéndome – Secret's
- Por supuesto – respondo sintiéndome como una tonta porque olvidé que es hermano de Vania Miller.
- ¿lo conoces?
- Uno de mis restaurantes favoritos en la cuidad – respondo mientras continuamos comiendo.
- ¿algo más que deba saber de ti? – pregunta visiblemente interesado.
- ¿Cómo qué?
- De ti – sonrío bebiendo un poco de agua.
- No creo que sea conveniente, somos muy diferentes – respondo y él sonríe.
- ¿tienes tres ojos?
- ¿Qué? No – respondo divertida mientras niego con la cabeza.
- ¿tres pezones?
- ¿quieres hablar de mis pezones? – preguntó y él se atraganta con el agua.
- Somos iguales, solo que tú eres mujer, una muy hermosa mujer y yo un simple hombre – responde y yo estallo en una sonora carcajada, de simple no tiene nada. Pienso observándolo.
- No tengo tiempo
- Yo tampoco, pero míranos aquí, en tu oficina compartiendo una agradable cena – responde y yo niego con la cabeza sonriendo – aunque me gustaría invitarte a cenar, una cena de verdad.
- ¿lo que estamos comiendo es de mentiras? – vuelve reír y juro que es uno de los mejores sonidos que he escuchado en mi vida.
- ¿me darías un hijo? – preguntó haciendo que su sonrisa se borre de golpe.
- ¿Qué? – pregunta sorprendido y sé que logre alejarlo, estoy en un punto de mi vida en que no necesito distracciones y él es una muy fuerte.
- Como escuchaste – veo que sonríe y contraataca de una forma que no me esperaba.
- Solo si te casas conmigo – ahora la que abre los ojos como platos soy yo.
- ¿y si comenzamos por la cena?
- Casados podríamos hacerlo también – responde encogiéndose de hombres como si nada.
- ¿y si soy una loca desquiciada? – preguntó tratando de evadir el tema.
- Puedo convertirme en loco desquiciado para que compaginemos – responde y yo siento que me comienza a faltar el aire.
- Apenas nos conocemos – digo abanicándomelos con uno de los documentos mientras él sonríe travieso.
- Tendríamos el resto de nuestras vidas para hacerlo – me pongo de pie sintiendo como el calor aumenta y lo siento venir tras de mí.
- ¿Podemos olvidarlo? – preguntó observándolo cada vez más cerca de mí.
- No, acabo de imaginarme una vida a tu lado y juro que me encantó la idea – me toma de la cintura pegándome a su cuerpo mientras una de sus manos sube hasta mi cuello. - ¿quieres casarte conmigo?
- Estas loco, hace solo un día que nos conocemos – digo acercándonos cada vez más.
- Tú quieres que tengamos un hijo y yo estoy más que dispuesto a dártelo siempre y cuando nos casemos – responde y sin más acorta la distancia entre los dos para besarme.
Me besa de forma demandante e intensa haciendo que mis piernas tiemblen como gelatina. Le correspondo de la misma forma caminando con él hasta uno de los sofás que hay en mi oficina, cuando tropezamos con el, Ares se deja caer y yo me siento a horcajadas sobre él. En este momento no pienso en las consecuencias que esto pueda traer, en este momento solo siento, siento la intensidad de nuestro beso, el cosquilleo en mi piel cuando él me acaricia. Siento entre mis piernas la dureza de su m*****o y comienzo a moverme suavemente sobre él. Subo mis manos hasta sus hombros para quitarle el saco, pero él me detiene y se aleja de mí.
- No nena, así no – responde besándome el cuello – acepto tu propuesta, pero antes quiero que nos casemos. – me pongo de pie de golpe como si quemara.
- Lo dije para que te espantaras – respondo volviendo al escritorio – no era cierto.
- Lograste todo lo contrario – lo siento tras de mi – hueles delicioso – besa mi cuello - casémonos y te juro que jamás te arrepentirás. Además, nuestros hijos serán bellísimos – vuelve a tomarme de la cintura pegándome a su cuerpo. Me doy la vuelta en sus brazos para quedar frente a él.
- ¿si acepto cenar contigo, olvidamos el tema? – preguntó y él me sonríe ampliamente.
- Por ahora si – responde besando mi frente – aunque ya no quiero una cena.
- ¿Por qué?
- Se puede cenar con cualquiera – responde observándome a los ojos – quiero que desayunemos mañana.
- ¿desayunar? ¿enserio? – preguntó abrazándolo por el cuello.
- Solo desayunas con personas que realmente te importan – responde sonriéndome – y yo quiero convertirme en alguien importante para ti.
- Estas loco, pero acepto – respondo alejándome de él para tomar mi bolso. – ahora debemos irnos que es muy tarde y tengo una cita para desayunar.
Salimos de la oficina tomados de la mano, durante el recorrido no hablamos. No hay necesidad, nos observamos a los ojos y me siento perdida, corro el riesgo de enamorarme del hombre junto a mí. Vamos hasta su auto y me abre la puerta para que entre, luego él lo hace. Le digo donde vivo y en instantes nos ponemos en marcha. Durante el camino hablamos de mi trabajo como piloto y me ofendo un poco cuando me dice que creía que era copiloto, pero es normal. En poco tiempo llegamos al edificio donde vivo.
- A las siete pasó a recogerte – me besa y yo a él.
- A las siete – digo para después salir del auto y subir a mi apartamento rápidamente pensando en lo que acaba de suceder.