Capítulo 14 — la última clausula del testamento.

2098 Words
Maximus volteó los ojos, por poco la puerta termina por lastimarle la nariz al hombre, quien fue lo suficientemente astuto como para dar un paso atrás antes de que lo golpeara. Maximus abrió sin tocar, al hacerlo, encontró a Valeria guardando algunas de sus pertenencias en una pequeña maleta de deportes. —¿Qué estás haciendo? — preguntó él. —¿Acaso no es obvio? — dijo ella con arrogancia — estoy empacando algunas de mis cosas. Maximus deseaba preguntar para que estaba empacando, hasta donde él sabía ella no tenía permiso de ir a ningún lado, pero ese era un punto al que llegarían después de que arreglaran lo que acababa de suceder. —Escucha, Valeria, lo que viste ahorita… — el comenzó a hablar. —No te preocupes, no tienes porque darme explicaciones de absolutamente nada, lo que hagas con tu vida es tu problema, no mío — Maximus soltó un suspiro ante esa respuesta tan desinteresada, ¿Acaso a ella le daba igual si él estaba con otras mujeres? —Tal vez no tenga que darte explicaciones, pero quiero hacerlo porque no quiero que el día de mañana te sientas en la libertad de pavonearte con algún hombre por ahí — dijo con rabia, la sola idea de que ella estuviera con alguien más hacia que le ardiera el estomago de la rabia. Valeria se giró, abrazada a sí misma, esa noche ella llevaba uno de esos vestidos que compraron juntos y en lo particular a él le fascinaba como se le veía, la silueta era sumamente elegante y se le ajustaba a sus curvas como si fuera un guante, y es que no habia duda de que el cuerpo de Valeria era extremadamente sensual y atractivo. —¿Qué si lo hiciera? Tú estabas haciendo exactamente lo mismo hace un momento. Yo también podría... — ella intento retarlo, pero antes de que pudiera terminar, él la tomó de la cadera y la empujó contra su pecho. Esta vez no era él quien actuaba, sino ese ser primitivo en su interior que se consumía por unos repentinos celos que definitivamente no eran bienvenidos, ni debería sentir, a pobre Valeria abrió los ojos y contuvo la respiración al tiempo en que sentía como la agitación se alborotaba en su interior, descendiendo por sus pechos y llegando hasta su entrepierna. —¿Acaso has estado pensando en estar con alguien más? — cuestionó el hombre con rabia — ¿En quién has estado pensando? ¿En tu padrastro? ¿Acaso me mentiste esta tarde cuando dijiste que entre ustedes dos no habia absolutamente nada? — Maximus estaba tan cabreado que la vena en su frente se hinchó. Valeria lo miró con la barbilla levantada, enfrentándolo a pesar de esa sensación dentro de su pecho. Enseguida ella jadeo e intentó soltarse al escuchar lo que él acababa de decir, la sola idea de ella y Antonio juntos le revolvía las tripas. —Aunque yo tampoco tengo que darte explicaciones, ya te dije que yo no estaría con un hombre como él — soltó con asco. A medida que ella hablaba, él miro sus labios y la forma en la que se movían. —¿Entonces con quien estarías? Dímelo, esposita, ¿Acaso hay alguien alrededor que llame tu atención? Maximus sintió la necesidad de besarla, la tensión que había entre ambos era tan palpable que se podría cortar con un cuchillo. —Una mujer como tú, en el mundo del espectáculo, debe tener a una larga lista de idiotas tras de sí — Maximus estaba hablando de esa forma para recordarse a si mismo quien era ella, necesitaba que esos sentimientos y deseos en su interior se apagaran por completo, además si se empeñaba en herirla, de esa forma ella se alejaría y él no tendría que cometer otra estupidez. Por aquel momento, él acababa de conseguir su objetivo, pues ella se alejó con fuerza y logró salirse de su control, Valeria acababa de llenarse de una incontrolable rabia que la obligó a levantar la mano derecha, agitarla en el aire y darle una bofetada a Maximus. Los ojos del abogado se abrieron con sorpresa, ¡¿Ella realmente acababa de golpearlo?! Maximus no iba a permitir tal atrevimiento, así que en respuesta, el la tomó de la nuca, haló su cabello y entonces la empujó hacia sus labios con fuerza y frialdad. Valeria mordió su labio, pero, a pesar del sabor de la sangre, él no se detuvo, Valeria le dio un pisotón a Maximus para que se alejara y por fin lo consiguió. Cuando el hombre se alejó, él se limpió la boca con el dorso de la mano, respirando agitado, al igual que ella. — ¡No vuelvas a hacer eso nunca más! — le gritó, con su pecho subiendo y bajando — ¡No tienes derecho! —¿Derechos? ¿Estamos hablando de derechos? — dijo él, completamente indignado al escuchar aquella palabra — tu tampoco tienes derecho a haberme arruinado la vida, mucho menos a golpearme, pero sobre todo, a lo que menos tienes derecho es a haberte metido en mi cabeza y a no salir de ahí como si fueras un maldito fantasma — al escucharse a sí mismo diciendo aquello, el acaudalado e imponente CEO cerró la boca de tajo, atravesando con la mirada a una desconcertada Valeria, después parpadeó, sintiéndose un ridículo. Maximus ya no supo que más decir, así que prefirió salir de esa habitación y largarse azotando la puerta. Valeria se estremeció y se dejó caer a la orilla de la cama, asombrada por lo que acaba de volver a ocurrir... de sentir, y sintió rabia, rabia profunda porque odiaba experimentar esa enorme e insaciable atracción hacia el prometido de su hermana muerta. Y es que era esa misma atracción la que empujó a Maximus a llegar a su habitación, despojarse de la ropa y meterse bajo el grifo de agua helada para ver si así bajaba su temperatura corporal. — iM4ldita seas, Valeria Montenegro! — gruñó, recargando los antebrazos en los azulejos, permitiendo que el chorro golpeara de lleno en su espalda y sintiendo que no solo estaba traicionando sus propios planes, sino que también faltaba a la memoria de su prometida. A la mañana siguiente, Maximus se despertó muy temprano, pues la noche anterior recibió una notificación de su tía abuela Annie respecto a la última lectura del testamento que se realizará aquel día muy temprano. Realmente Maximus estaba un poco cansado de todo el asunto del testamento, pues, cuando parecía que ya cumplía con todos los requisitos para poder obtenerlo, entonces algo nuevo aparecía, si no fuera porque el hombre lo necesitaba, realmente ya se habría rendido con aquel dinero. Mientras se mojaba el cuerpo, Maximus pensó en su encontrón la noche anterior con su esposa, no podía sacarse de la cabeza la forma en que la besó y sobre todo, lo atrevida que fue ella al morderlo y sobre todo, abofetearlo, aquella chica tenia demasiados cojones. Sin embargo, cada vez que pensaba en Valeria, su mente viajaba a su ex prometida, de alguna forma Maximus sentía que le estaba fallando, tanto a su memoria como a todo lo que en algún momento le prometió. Una vez que estuvo listo y vestido con uno de sus elegantes trajes, Maximus salió de la habitación para ir hacia la de Valeria, tenía que hablar con ella sobre lo que había sucedido la noche anterior, aunque la verdad era que aquello era una mentira que se estaba diciendo para ocultar las ganas que tenia de verla. Maximus respiró profundamente y tocó a la puerta, pero ella no respondió, después de repetir aquella acción un par de veces más, el hombre abrió la puerta, sin embargo, se llevó una sorpresa al darse cuenta de que la habitación estaba completamente vacía. El hombre dio una vuelta alrededor, pero no habia ningún rastro de su esposa. —¿Dónde te has metido, Valeria? — Se cuestionó. Para su desgracia, la tía Annie ya estaba esperando a Maximus, así que el hombre no tenia de otra más que irse de allí con la duda del paradero de su esposa. Una vez que llegaron a la oficina del abogado, la tía se sentó al lado de Maximus. —Me he casado, creo que ahora ha llegado el momento de cobrar lo que el abuelo dejó para mí, ¿No es así? — preugntó Maximus. El abogado se puso los anteojos y miró de reojo a las dos personas sentadas frente a él. —No lo creo, todavía no has cumplido todas las condiciones del testamento. Maximus soltó un suspiro y la tía abuela no pudo evitar sonreír. —Esto no debería sorprenderte, conocías a tu abuelo, sabias que le gustaban los juegos, ¡Oh! Esa fue una de las cosas que hizo que nuestra vida juntos fuera tan divertida — dijo ella, recordando aquellos buenos momentos. Rápidamente el abogado se dispuso a leer la última clausula. —Como ultima condición, para poder acceder a su parte del testamento, Maximus Stone deberá tener un hijo junto a su esposa, y de hecho el 50% del dinero de este testamento estará dedicado a asegurar el futuro de ese hijo. Maximus cerró los ojos y negó con la cabeza. —¡Esto tiene que ser una broma! — dijo, fastidiado. —¡Esa es una hermosa condición! — aseguró Annie — un hijo tuyo y de Valeria ha de ser una divinura, no entiendo porque tienes esa cara de sufrimiento, esta podría ser una de las mejores cosas que podía pasarte en la vida — dijo Annie. Ella no lo entendía, Maximus no podía tener un hijo con esa mujer porque él no la amaba, además, Maximus sabía que Valeria no iba a acceder a esa condición jamás. Su carrera dependía de su apariencia y él mas que nadie sabía que ella no iba a arriesgar aquello. Y es que justo al otro lado de la ciudad, en los estudios de grabación Valeria estaba en su camerino ensayando las líneas para su grabación de aquella noche. —¡Oh querida! Que bueno es verte por aquí — dijo Axel, el manager de la mujer — por un momento pensé que habías entrado a rehabilitación o algo parecido. Valeria rodó los ojos, a pesar de eso, abrazó a su amigo. —Yo tambien te he extrañado muchísimo. —Querida, de verdad, no sabes cuanto me alegra verte, la gente comienza a olvidarte, los paparazzis incluso han dejado de seguirte, si esto sigue así, en menos de lo que te imaginas te convertirás en una estrella olvidada. Valeria tragó saliva, no habia nada que le asustara más que eso, pues sabia que al fin y al cabo su carrera era lo único real que tenía. —Por eso es que estoy aquí, para renacer. Axel aplaudió y entonces dejó a Valeria para que siguiera ensayando. Aquel día Valeria trató de concentrarse en el trabajo y aunque durante algunos minutos lo logró, la imagen e Maximus y sus labios sobre los suyos no dejaban de atormentarla de vez en cuando. Por suerte, el momento de la grabación acababa de llegar y ella no tendría que concentrarse en nada más que en la escena siguiente. —Linda, la productora me ha avisado sobre un cambio de planes, grabaremos la escena numero tres en lugar de la escena uno — dijo Axel — por suerte es una escena sin muchas líneas. —¿Que? — ella frunció el ceño y revisó el guion — ¡Oh por Dios! Debes estar jugando — suspiró cuando vio la escena que debía grabar. Se trataba de un desnudo en el que Valeria debía tener relaciones sexuales con otra mujer, aquello no era algo a lo que ella no estuviera acostumbrada, sin embargo, en el pasado, ella no tenia las palabras de Maximus metidas en su cabeza, en ese cabeza si las tenía y se repetía como una canción dañada. —No, no creo que pueda… — intentó decir. —Linda – Axel la agarró de los hombros — si no lo hacen, creerán que te has convertido en una diva y entonces no volverás a firmar ninguna otra película. Valeria suspiró, Axel tenía razón y después de todo, aquella película no se estrenaría si no mucho tiempo después, probablemente para ese momento su matrimonio con Maximus ya sería historia. Ella no podía sacrificar tanto por un hombre que al fin y al cabo no sentía absolutamente nada por ella. —Esta bien, lo haré.
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